Santa Marta nos dejó una tarea: construir un turismo con alma.

El turismo iberoamericano se dio cita en Santa Marta, Colombia, en un encuentro que no solo reunió a expertos, líderes y comunidades, sino también a sueños compartidos. Allí, en el marco del II Foro Iberoamericano de Turismo, se tejieron ideas, se reconocieron desafíos y, sobre todo, se reafirmó un compromiso: hacer del turismo una herramienta transformadora para nuestros territorios.

Como Grupo Gestor de Antigua Guatemala, sentimos este foro como un eco cercano. Nos recordó que no estamos solos, que desde todos los rincones de Iberoamérica otros también están buscando lo mismo: un turismo más humano, más justo, más conectado con las personas y el territorio.

Turismo con propósito, turismo con comunidad.

El Foro puso sobre la mesa una verdad que no podemos seguir ignorando: el turismo no puede crecer a costa de quienes habitan los destinos. Debe ser una construcción compartida, donde las comunidades sean protagonistas y no solo espectadoras.

Desde las montañas sagradas de la Sierra Nevada hasta los pueblos mayas de nuestra tierra, las voces coincidieron: necesitamos planificación con enfoque intercultural, alianzas verdaderas con el sector privado y marcos legales que reconozcan nuestras formas de vivir, sentir y contar el mundo. No es pedir permiso; es exigir respeto.

Juventud: motor silencioso que merece ser escuchado.

Uno de los momentos más poderosos fue la Jornada Objetivo Empleabilidad, celebrada dentro del Foro. Allí, la conversación giró en torno a los jóvenes: su lugar en el sector, sus retos para encontrar un empleo digno y su potencial para liderar el cambio.

Se habló de formación técnica contextualizada, de alianzas entre academia, empresa y Estado, de facilitar el primer empleo, pero también de algo más profundo: el bienestar emocional, el propósito personal, la vocación.

Y es que los jóvenes no solo buscan trabajo; buscan sentido. Y el turismo puede dárselo, si somos capaces de ver más allá de cifras y puestos, y apostamos por construir ecosistemas donde el talento se cultive, se escuche y se quede.

¿Y ahora qué?

El foro dejó claro que el camino está trazado, pero no recorrido. La inclusión no es una palabra bonita, es una estructura. La sostenibilidad no es un adorno en los discursos, es el pilar que sostiene el futuro.

Nos toca como gestores locales recoger estas ideas, bajarlas a nuestra realidad, adaptarlas con creatividad y convertirlas en proyectos concretos. Antigua Guatemala tiene mucho que aportar, pero también mucho que transformar.

Sigamos soñando, sí, pero también trabajando, articulando, y sobre todo, escuchando. A nuestros jóvenes, a nuestras comunidades, a nuestros mayores. El turismo del futuro se construye desde la raíz. Y esa raíz, está viva en cada calle, en cada historia y en cada sonrisa de nuestra ciudad.

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