La historia de una ciudad no se escribe solo con piedra volcánica y fachadas coloniales; también se moldea con las manos que trabajan juntas por una visión compartida. Esto fue precisamente lo que ocurrió en la reciente jornada de reacondicionamiento del nuevo local de CreaLab, el centro de emprendimiento e innovación del Grupo Gestor de Antigua Guatemala. Lo que podría parecer simplemente un día de limpieza y pintura, es, de hecho, un vibrante ejemplo de cómo se teje el capital social y se fortalece un ecosistema de emprendimiento desde sus cimientos más tangibles.
El ambiente estaba cargado no solo de polvo y pintura fresca, sino de una energía contagiosa. Socios directos del Grupo Gestor, junto con una nutrida representación de emprendedores que han pasado por sus programas de capacitación a lo largo de los años, se dieron cita para desarmar lo obsoleto, combatir la humedad y, literalmente, poner el cimiento físico para el futuro de la innovación en la ciudad.
I. La Arquitectura Invisible: Trazando el Capital Social en el Ladrillo
En el discurso académico, tendemos a hablar de desarrollo económico en términos de Producto Interno Bruto (PIB) o inversión extranjera. Pero la verdadera resiliencia de una comunidad, especialmente en un contexto patrimonial como Antigua, radica en lo que el sociólogo Robert Putnam llamó el Capital Social: «rasgos de la organización social, como la confianza, las normas y las redes, que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando acciones coordinadas» (Putnam, 1993, p. 167).
¿Y qué mejor ejemplo de «acción coordinada» que una docena de personas sudando, desarmando instalaciones y reparando problemas de humedad?
La presencia de voluntarios, tanto miembros directos como «graduados» de los programas, es profundamente significativa. No es solo mano de obra gratuita; es una manifestación clara de reciprocidad. Los emprendedores que recibieron formación y apoyo en el pasado regresan ahora para invertir su tiempo y esfuerzo físico en el espacio que sustentará a la próxima generación. Es una inversión de gratitud que robustece el tejido comunitario.
¿Cómo se traduce esta inversión de tiempo en valor económico y social?
No es solo el ahorro de costes en albañilería. Es la creación de confianza. Cuando un emprendedor ve a su mentor o a otros colegas ensuciándose las manos junto a él, se genera una capa de credibilidad y pertenencia que ninguna subvención o programa de networking formal puede replicar. La confianza, según Fukuyama (1995), es el lubricante que permite el funcionamiento eficiente de cualquier grupo social o económico. En este contexto, la jornada de trabajo se convirtió en una fábrica de confianza mutua, vital para las alianzas futuras y la sinergia empresarial.
II. Del Entusiasmo a la Sostenibilidad: El Ecosistema de Emprendimiento en Acción
CreaLab no es simplemente un espacio físico; es un nodo crítico dentro del ecosistema de emprendimiento de Antigua. Un ecosistema, en términos de economía de la innovación (Isenberg, 2011), requiere una infraestructura que va desde el acceso a capital hasta una cultura de apoyo. Esta jornada demostró que la cultura de apoyo está viva y se manifiesta en el trabajo colectivo.
La innovación social, un concepto que trasciende la simple innovación tecnológica, se basa en la creación de nuevas relaciones y colaboraciones que resuelven problemas sociales o comunitarios (Murray et al., 2010). Arreglar los problemas de humedad o desarmar instalaciones obsoletas puede parecer mundano, pero es la condición sine qua non para que el espacio pueda acoger futuros talleres de design thinking o rondas de inversión. El esfuerzo colectivo asegura la sostenibilidad física del centro, que a su vez garantiza la sostenibilidad programática de la incubadora.
Es interesante notar que el know-how (el conocimiento práctico) de la comunidad también se pone en juego. Alguien sabrá de electricidad, otro de carpintería, y otro tendrá la fuerza para mover un mueble pesado. Este pool de habilidades compartidas refuerza una idea fundamental del desarrollo local: las soluciones no siempre vienen de consultores externos; a menudo, están latentes dentro de la propia comunidad.
III. La Pedagogía del Almuerzo: El Valor de la Fraternidad en la Construcción Comunitaria
La jornada no solo fue productiva en términos de metros cuadrados pintados, sino que fue profundamente enriquecedora a nivel humano. Y aquí es donde el aspecto cultural, tan inherente a Guatemala, se hace presente de manera maravillosa: el almuerzo «de obra».
Compartir «tortillas, chicharrones y frijolitos» en medio de la faena trasciende la simple necesidad biológica. Los antropólogos y sociólogos han estudiado durante mucho tiempo el ritual de compartir la comida como un poderoso acto de integración social. El alimento compartido es un ecualizador, un momento de pausa donde las jerarquías se disuelven y todos se sientan al mismo nivel, del socio director al emprendedor más reciente (Lévi-Strauss, 1969).
Esta «refacción» y el almuerzo son la válvula de escape emocional que permite que el entusiasmo perdure. La alegría y el entusiasmo mencionados no son atributos triviales; son la energía emocional que transforma una tarea ardua en una experiencia motivadora. Esta atmósfera positiva es un componente crucial de la autoeficacia colectiva, la creencia compartida de un grupo en su capacidad para organizar y ejecutar las acciones requeridas para alcanzar metas comunes (Bandura, 1997). Si un grupo cree que puede transformar un local deteriorado en un centro de innovación, esa misma creencia se trasladará a sus proyectos de emprendimiento.
IV. De la Visión a la Acción: El Grupo Gestor como Catalizador
El rol del Grupo Gestor en esta dinámica es el de un catalizador. No solo provee el espacio, sino que genera la convocatoria, establece las normas de convivencia y, crucialmente, ha cultivado la red de relaciones (los emprendedores que regresan) que hace posible este tipo de movilización.
Para el desarrollo local sostenible en una ciudad Patrimonio de la Humanidad como Antigua, es imperativo que las iniciativas provengan y sean nutridas por el sector local. Los centros de innovación como CreaLab, impulsados por esta ética de trabajo comunitario, aseguran que el modelo de desarrollo sea endógeno (Stöhr, 1981), es decir, que nazca y se sustente en las capacidades y el capital humano local, en lugar de depender únicamente de flujos exógenos o ayuda externa que a menudo resulta volátil.
El esfuerzo de esta jornada es, en esencia, la pedagogía de la praxis. Es enseñar con el ejemplo que el emprendimiento es más que una hoja de cálculo o un plan de negocios; es una práctica social que requiere compromiso físico, emocional y comunitario. Es el recordatorio franco de que, para construir algo grande, primero hay que estar dispuesto a quitar el polvo y a ensuciarse las manos. Y, francamente, no hay nada más motivador que saber que el futuro de la innovación se está construyendo, ladrillo a ladrillo y chicharrón a chicharrón, por la propia comunidad.
La próxima vez que se hable de los éxitos de los emprendedores de Antigua, recordaremos que el primer paso hacia el éxito de CreaLab no fue un evento formal con corbatas, sino una jornada de trabajo intenso, motivador y, sobre todo, profundamente humano.
Referencias
Bandura, A. (1997). Self-efficacy: The exercise of control. W. H. Freeman and Company.
Fukuyama, F. (1995). Trust: The social virtues and the creation of prosperity. Free Press.
Isenberg, D. J. (2011). The entrepreneurship ecosystem strategy as a new paradigm for economic policy: Stop replicating Silicon Valley. Babson College Entrepreneurship Ecosystem Project.
Lévi-Strauss, C. (1969). The raw and the cooked: Introduction to a science of mythology: I. Harper & Row.
Murray, R., Caulier-Grice, J., & Mulgan, G. (2010). The open book of social innovation. The Young Foundation and NESTA.
Putnam, R. D. (1993). Making democracy work: Civic traditions in modern Italy. Princeton University Press.
Stöhr, W. B. (1981). Development from below: The bottom-up and periphery-in paradigms. In W. B. Stöhr & D. R. F. Taylor (Eds.), Development from above or below? The dialectics of regional planning in developing countries (pp. 39-72). John Wiley & Sons.