I. La Trampa del Paternalismo y el Despertar del Actor Local
¿Alguna vez se ha preguntado por qué ciertos proyectos de desarrollo local, a pesar de contar con grandes inyecciones de fondos, terminan desvaneciéndose tan pronto como el apoyo externo se retira? Es una pregunta que resuena con frecuencia en América Latina y, francamente, resulta crucial para entender la dinámica de crecimiento en ciudades con un potencial cultural y turístico tan marcado como Antigua Guatemala. Muchos expertos coinciden en que la respuesta se esconde en un concepto sutil pero corrosivo: el paternalismo (Vázquez Barquero, 2007).
Lejos de la definición puramente legal o familiar, en el ámbito del desarrollo económico, el paternalismo se manifiesta como una relación de dependencia crónica. Es el hábito, tanto a nivel individual como institucional, de esperar que las soluciones, los recursos y, en última instancia, el motor del progreso vengan «desde arriba» o «desde afuera». Se instaura así un sutil «chip mental» que dicta que el Estado, una gran ONG, o incluso una empresa extranjera, es el único agente con la capacidad o la responsabilidad de iniciar el desarrollo.
Esta dinámica no es casual; de hecho, tiene raíces históricas profundas. En muchas economías, particularmente después de crisis y en el marco de modelos de industrialización o, irónicamente, de políticas asistencialistas, se reforzó la idea de que la provisión de bienes y el manejo económico debían ser centralizados (Furtado, 1967). En los casos más extremos y ya en el siglo XX, se observaron modelos corporativos donde se construían colonias industriales con todos los servicios provistos, llegando a intentos de «domesticación» de los trabajadores, donde la iniciativa individual era penalizada a favor de la dependencia total (Gómez, 2018).
El problema fundamental del paternalismo, como un ejercicio de poder esencialmente benevolente en apariencia, es que suprime la autonomía. Si bien su finalidad puede ser evitar un daño o proveer un beneficio, la realidad es que el agente A (el proveedor) ejerce un poder sobre el agente B (el receptor), lo que automáticamente exime a este último de la plena responsabilidad sobre sus acciones o su destino económico (Díaz & Gutiérrez, 2008). En otras palabras, se mata la proactividad. Cuando los ciudadanos y emprendedores de un territorio no son estimulados a asumir riesgos, tomar la iniciativa, y buscar alternativas por sí mismos, su capacidad de respuesta ante los desafíos se atrofia (Calderón et al., 1996, como se citó en Fernández, 2014).
La buena noticia es que, francamente, esta dependencia no es un destino inevitable. El camino para una prosperidad local robusta y sostenible exige la desactivación consciente de este chip, reemplazándolo por un modelo de desarrollo económico endógeno, donde la capacidad emprendedora y la innovación son vistas como el valor social positivo más importante de la colectividad (Vázquez Barquero, 2002).
II. El Emprendimiento Endógeno como Antídoto a la Dependencia
Para Antigua Guatemala, la transición del desarrollo basado en la ayuda o la inversión exógena a un modelo endógeno es más que una opción: es una necesidad estratégica. El desarrollo endógeno, en esencia, busca cimentar el crecimiento económico desde las bases territoriales, utilizando, controlando y multiplicando los recursos locales –humanos, naturales, culturales e institucionales– por los propios actores de la comunidad (Garofoli, 1992, citado en Velasco, 2009).
Aquí es donde el emprendimiento local se erige como el verdadero antídoto contra el paternalismo. Cuando hablamos de emprendimiento, no nos referimos únicamente a la apertura de un pequeño negocio para «ganarse la vida» —lo que a menudo se clasifica como un emprendedor por necesidad—, sino al emprendedor por oportunidad y, crucialmente, al emprendedor innovador (Canales García, 2023). Estos últimos no solo reconocen las oportunidades de crecimiento empresarial, sino que son capaces de convertir ideas creativas en productos o servicios novedosos que impactan positivamente en la sociedad.
La diferencia es abismal. Mientras que el emprendedor por necesidad opera con una lógica de supervivencia inmediata y, a menudo, carece de una perspectiva de negocio a largo plazo, el emprendedor por oportunidad, impulsado por una visión, está dispuesto a asumir el riesgo y a invertir en el capital humano y la tecnología, elementos que son la fuente principal de las ventajas competitivas dinámicas de un territorio (Albuquerque, 2007).
Ahora, ¿cómo se fomenta este tipo de emprendimiento en un contexto que culturalmente ha estado acostumbrado a la asistencia?
1. Cultivo de la Cultura Emprendedora: Lo primero que hay que entender es que la capacidad empresarial es un valor social que se cultiva, no una característica que simplemente aparece. En las sociedades donde se premia el esfuerzo, la ética de trabajo y se estimula la movilidad social, la población está intrínsecamente más preparada para responder a los retos de manera creativa (Alonso, 2006, citado en Vázquez Barquero, 2007). Esto implica un cambio educativo y cultural que celebre al fallido que se levanta y al innovador que se atreve, en lugar de santificar al que simplemente «cumple».
2. Articulación Público-Privada (sin dependencia): El desarrollo territorial, para ser sistémico y sostenible, requiere una articulación genuina de actores (Canales García, 2023). Sin embargo, esta articulación debe romper con la lógica de que el sector privado solo busca subvenciones o que el sector público es el único con la capacidad de liderar. El liderazgo debe recaer en un actor o un colectivo con una visión sistémica, capaz de asumir la incertidumbre inherente al comportamiento colectivo, sin recurrir a la coerción o la provisión total.
3. Fomento de la «Proactividad con Alta Autoestima»: El desarrollo local es, fundamentalmente, un proceso societal que exige una cultura de la proactividad. Esto se logra cuando el colectivo posee una alta autoestima, que lo impulsa a saber qué quiere, a tomar la iniciativa y a ser creativo (Fernández, 2014). El paternalismo, en contraste, genera una baja autoestima colectiva, pues constantemente envía el mensaje implícito de que la comunidad no es lo suficientemente capaz de resolver sus propios problemas.
III. La Arquitectura de la Autonomía Económica Local
Para el Grupo Gestor de Antigua Guatemala, el enfoque práctico debe centrarse en la construcción de una arquitectura de la autonomía económica, lo que implica generar riqueza a través del fortalecimiento de las empresas ya existentes y la creación de nuevas, mejorando los recursos humanos del territorio y coordinando los esfuerzos productivos (Gallicchio, 2004).
El Reto de la Concertación:
La clave del modelo endógeno radica en la concertación entre los agentes locales. Como señala Arocena (2004), el desarrollo local es un proceso de concertación entre sectores y fuerzas que interactúan en un territorio, para impulsar un proyecto común. Este proyecto no puede ser impuesto desde un escritorio central; debe surgir de la participación permanente, creadora y responsable de los ciudadanos.
Esto nos obliga a reflexionar sobre la naturaleza de la intervención en el desarrollo local. En lugar de financiar proyectos completos (el enfoque paternalista), las instituciones locales deben enfocarse en financiar procesos de capacitación que fortalezcan el capital humano, la creación de redes empresariales y las alianzas estratégicas. Un ejemplo claro es el fomento de «viveros» o incubadoras de empresas que proporcionen acompañamiento técnico, pero que exijan la propiedad intelectual y la plena responsabilidad financiera del emprendedor (Albuquerque, 2007).
Desactivando el Paternalismo Operacional:
Para extirpar el «chip» paternalista en la práctica, las iniciativas de desarrollo deben seguir estos principios:
- Condicionalidad Proactiva: Cualquier apoyo o subvención debe estar condicionado a una contrapartida tangible que demuestre el compromiso y la inversión inicial del emprendedor (no solo financiera, sino de tiempo y recursos).
- Foco en Capacidades, no en Carencias: El énfasis debe moverse de «subsanar carencias» a «potenciar capacidades». Se trata de empoderar al emprendedor con herramientas (formación en gestión, acceso a mercados, tecnología), no de ofrecer un subsidio que cubra un déficit.
- Mecanismos de Control Local: La ciudadanía y las organizaciones locales deben participar en el diseño y control de los emprendimientos y actividades. Esto no solo genera legitimidad, sino que les permite a los actores locales controlar el proceso de acumulación y evitar que las decisiones se alejen del espacio local (Vázquez Barquero, 2007). La autonomía se construye cuando se tiene la capacidad de reflexionar sobre el propio entorno y reorganizarlo en beneficio propio (Alonso, 2015).
En última instancia, el desarrollo económico de Antigua Guatemala no se medirá solo por la cantidad de turistas que llegan o la inversión extranjera que se atrae, sino por la robustez, la creatividad y la capacidad de auto-gestión de sus propios ciudadanos y emprendedores. Desactivar el paternalismo es un acto de valentía intelectual y una reafirmación de que el futuro económico de la Ciudad Colonial reside en las manos, y sobre todo, en la visión de quienes la habitan. Es hora de dejar de mirar hacia arriba o hacia afuera y comenzar a construir desde lo que somos y lo que podemos llegar a ser.
Referencias
Albuquerque, F. (2007). El enfoque del desarrollo económico local. Serie Textos de Capacitación OIT. [URL]
Arocena, J. (2004). Por una lectura compleja del actor local en los procesos de globalización. En G. Gallicchio, Desarrollo local en América Latina: Factores que lo favorecen y obstaculizan. [URL]
Canales García, R. A. (2023). Instituciones y emprendimiento en el marco del desarrollo endógeno: hacia la conformación de un marco teórico para América Latina. Telos, 25(3), 856-879. [URL]
Díaz, S., & Gutiérrez, M. (2008). El concepto y la justificación del paternalismo. Dilemata: Revista Internacional de Éticas Aplicadas, (4), 31-48. [URL]
Fernández, A. M. (2014). El desarrollo local. Su conceptualización y procesos. Dialnet, (2), 43-52. [URL]
Furtado, C. (1967). Desarrollo y subdesarrollo. Editorial Universitaria de Buenos Aires (Eudeba).
Gallicchio, E. (2004). Desarrollo Económico Local: algunos elementos conceptuales. [URL]
Gómez, R. (2018). Paternalismo. Wikipedia. [URL] (Se utiliza como fuente introductoria conceptual).
Vázquez Barquero, A. (2002). Endogenous Development: Theoretical and Empirical Implications. Revista de Estudios Regionales, 63(3), 163-180.
Vázquez Barquero, A. (2007). Desarrollo endógeno. Teorías y políticas de desarrollo territorial. EURE (Santiago), 33(99), 173-195. [URL]
Velasco, M. (2009). El desarrollo económico endógeno y local: reflexiones sobre su enfoque interpretativo. Revista de Estudios Regionales, (41), 17-38. [URL]