La Antigua Guatemala, joya colonial, creció al amparo de ríos caudalosos que le dieron vida. Hoy, uno de esos ríos pareciera haber olvidado su cauce natural bajo montañas de desechos. El río Guacalate, que atraviesa Sacatepéquez, se ha convertido en un doloroso reflejo de nuestra indiferencia ambiental. Desde el Grupo Gestor de Antigua Guatemala alzamos la voz con preocupación y esperanza: es hora de reflexionar y actuar juntos para rescatar al Guacalate y su cuenca antes de que sea tarde.
Un río agonizante en basura y olvido
«Ya no es un río de aguas negras, es un río de basura», lamentó un vecino al contemplar el Guacalate cubierto de botellas y plásticos
emisorasunidas.com. La escena, tristemente real, ha recorrido las redes sociales y los medios: toneladas de desechos sólidos flotando donde antes corría agua limpia. Con la llegada de las lluvias, la corriente arrastra residuos de varios municipios, formando tapones de basura bajo los puentes y orillas del río. Las fotografías y videos recientes evidenciaron la magnitud del problema, mostrando un río prácticamente sepultado en desperdicios

ojoconmipisto.com. Ante tal panorama, duele preguntarse: ¿en qué momento nuestro río de vida se convirtió en un vertedero a cielo abierto?
El río Guacalate completamente cubierto de desechos plásticos bajo un puente en Pastores, Sacatepéquez, tras las primeras lluvias de invierno de 2024
ojoconmipisto.com. La acumulación de basura evidencia la crítica contaminación que sufre la cuenca.
Esta contaminación desbordante no solo aniquila la belleza escénica del valle; también amenaza la salud de comunidades enteras. Los malos olores, los criaderos de mosquitos y la proliferación de bacterias en el agua estancada ponen en riesgo a las familias que viven cerca. La flora y fauna ribereña prácticamente han desaparecido, víctimas del plástico y los químicos. Peor aún, la memoria histórica de este río se pierde: recordemos que el río Pensativo –afluente del Guacalate– abasteció de agua a la Antigua Guatemala en épocas pasadas
es.wikipedia.org. Hoy esas aguas que antes dieron de beber a nuestros antepasados bajan contaminadas, olvidadas por la irresponsabilidad humana.
Impacto ambiental y social de la indiferencia
El desastre ambiental del Guacalate viene acompañado de un problema social de fondo. Durante años, muchos han visto al río como basurero y desagüe, normalizando una cultura de desecho. La falta de sistemas adecuados de gestión de residuos en comunidades rurales y urbanas cercanas empuja a la gente a tirar la basura “donde caiga”, y las corrientes terminan llevándola al cauce. Así, lo que empieza como un acto individual de descuido se convierte en un problema colectivo de enormes dimensiones: un río agonizante, compartido por múltiples municipios, cargando con la basura de todos.
Además, la contaminación ha generado tensiones entre comunidades y autoridades locales. Los municipios ribereños se señalan unos a otros buscando culpables: Pastores (Sacatepéquez) acusa a Parramos (Chimaltenango) por los desechos que le llegan río abajo, mientras este último insiste en que está haciendo su parte por contener el daño
ojoconmipisto.com. Estas fricciones evidencian cómo la falta de coordinación convierte una crisis ambiental en una disputa entre vecinos. No solo el río está dividido por la basura; las mismas comunidades quedan divididas cuando en realidad comparten la responsabilidad.
La situación alcanzó un punto crítico en junio de 2024, cuando tras una fuerte tormenta el Guacalate arrastró tal cantidad de desperdicios que colapsó su cauce. Las toneladas de basura acumulada obligaron a que, por primera vez, los alcaldes de Parramos, El Tejar y Pastores –junto a los gobernadores departamentales– se reunieran de urgencia para buscar soluciones conjuntas
ojoconmipisto.com. “Es humanamente imposible que la municipalidad de Pastores se encargue sola de resolver el problema”, admitió con frustración José Lizandro Zamora, alcalde de Pastores
ojoconmipisto.com. Sus palabras resumen años de indiferencia: un solo pueblo no puede limpiar lo que muchos ensucian.
Falta de acción coordinada: un llamado de atención
¿Por qué tuvo que colapsar el río para que las autoridades actuaran? La falta de acción coordinada es quizá el aspecto más indignante de esta problemática. Durante demasiado tiempo, cada municipalidad intentó soluciones aisladas o simplemente hizo la vista gorda. Pastores, por ejemplo, ha realizado limpiezas constantes –cada tres días brigadas municipales retiran basura del cauce
ojoconmipisto.com– y logró reducir de 27 a 16 los botaderos clandestinos en su jurisdicción
ojoconmipisto.com. Sin embargo, sus esfuerzos se ven rebasados cada vez que crece la corriente y baja más basura desde áreas vecinas. Parramos y El Tejar, por su parte, operan una planta de tratamiento de aguas residuales cada uno e incluso han gestionado financiamiento para ampliar su capacidad
ojoconmipisto.com. Aun así, el río sigue llegando cargado de desechos. Está claro que las acciones aisladas no bastan.
Hasta ahora ha faltado un enfoque integral: una visión de cuenca en la que todos los actores involucrados –municipalidades de Chimaltenango y Sacatepéquez, gobierno central, empresas y ciudadanía– trabajen sincronizados. La Gobernación de Sacatepéquez y el Ministerio de Ambiente apenas intervinieron cuando el problema se volvió titular de prensa, enviando delegados y apoyando con maquinaria para retirar el plástico acumulado
agn.gt. De hecho, el Ejército y la municipalidad de Pastores tuvieron que emplear excavadoras y camiones para remover los montículos de basura, logrando retirar hasta el 90% de los desechos atrapados bajo un puente en la zona
agn.gt. Si bien aplaudimos esa reacción inmediata, nos preguntamos: ¿Por qué esperar a la catástrofe para actuar? La ausencia de un plan preventivo y coordinado ha sido tan grave como la contaminación misma.
Por otro lado, hay una realidad nacional que agrava el caso del Guacalate: en Guatemala solo 84 de los 340 municipios tratan sus aguas residuales
twitter.com. Esto significa que la mayoría de poblaciones vierten sus aguas servidas directamente a ríos y riachuelos. El Guacalate no es la excepción; durante años ha recibido descargas de aguas sin tratar, sumándose al problema de la basura. Esta cifra evidencia una deuda histórica en política ambiental: falta de plantas de tratamiento, de educación ambiental y de voluntad política para hacer cumplir la ley. La contaminación del Guacalate, por ende, no es un caso aislado sino el síntoma de un modelo de desarrollo que ha ignorado sistemáticamente sus pasivos ecológicos.
Ciudadanía al rescate: la fuerza de la participación comunitaria
Frente a la inacción o insuficiencia de las autoridades, la ciudadanía ha comenzado a organizarse para rescatar el río. Vecinos de distintas comunidades de Antigua Guatemala y municipios aledaños se han unido en jornadas de limpieza, armados con botas, guantes y la determinación de no dejar morir al Guacalate. Hemos visto a voluntarios, estudiantes, colectivos ambientales e incluso empresas locales sumarse a la tarea de remover basura de las riberas. Cada bolsa de desechos que se saca del río es un pequeño triunfo de la sociedad civil, un gesto que demuestra que sí nos importa nuestro entorno. Estas acciones voluntarias, aunque no resuelven de raíz el problema, envían un mensaje poderoso: los ciudadanos estamos dispuestos a hacer nuestra parte y exigimos que las autoridades hagan la suya.
Desde el Grupo Gestor de Antigua Guatemala, creemos firmemente en el potencial de la ciudadanía organizada. Nuestro grupo, compuesto por vecinos comprometidos, profesionales y líderes locales, se ha propuesto articular esfuerzos con otras instancias y comunidades para defender nuestro río. Estamos colaborando con comisiones ciudadanas de medio ambiente y consejos comunitarios de desarrollo (COCODES) en las aldeas cercanas al cauce, para unificar demandas y propuestas. Juntos, hemos discutido medidas urgentes y concretas, como por ejemplo:
- Campañas de sensibilización en barrios y escuelas: charlas, murales informativos y visitas guiadas al río para que especialmente los jóvenes comprendan la importancia de no tirar basura y reducir el plástico de un solo uso. Queremos cambiar la mentalidad desde la raíz, fomentando orgullo por nuestros recursos naturales.
- Proyectos comunitarios de recuperación ambiental: reforestación de las áreas ribereñas con árboles nativos que ayuden a estabilizar las riberas y recuperar la biodiversidad, jornadas periódicas de limpieza del río con voluntarios locales, y la instalación de biobardas artesanales (barreras flotantes hechas con materiales reciclados) en puntos estratégicos para atrapar plásticos antes de que sigan cauce abajoojoconmipisto.com. Son soluciones temporales, pero necesarias mientras se resuelve el problema de fondo.
- Vigilancia y denuncia ciudadana: conformar comités de vigilancia vecinal que monitoreen puntos críticos de la cuenca –identificando focos de basura o descargas ilegales– y que tengan línea directa con las autoridades ambientales. Esto empodera a la población para denunciar a quienes contaminan y exigir acciones inmediatas. La tecnología puede ayudarnos: grupos de WhatsApp comunitarios, apps de reporte ciudadano y redes sociales al servicio de la transparencia ambiental.
- Participación en espacios de decisión: promover la creación de una Mesa Técnica de la Cuenca del Guacalate donde converjan alcaldías de Sacatepéquez y Chimaltenango, ministerios relacionados (Ambiente, Salud, Agricultura), organizaciones civiles y vecinos representantes. Esta mesa o comisión intermunicipal debería reunirse periódicamente para planificar la gestión integral de la cuenca, coordinando proyectos como plantas de tratamiento nuevas (ya reconocidas como impostergablesojoconmipisto.com), mejoras en recolección de basura, regulación de vertederos y educación ambiental regional. La voz ciudadana organizada debe estar presente en esas discusiones para velar que los acuerdos se cumplan.
De la indignación a la acción: nuestra oportunidad histórica
Es normal sentir indignación y tristeza al ver el estado del río Guacalate. Pero esa indignación debe ser motor de cambio, no motivo de resignación. Hoy más que nunca, necesitamos pasar del lamento a la acción decidida. La buena noticia es que la esperanza sigue viva: en cada voluntario que se mancha las manos limpiando, en cada niño que aprende a reciclar en su escuela, en cada comunidad que se organiza para proteger su pedacito de río, vemos destellos de un futuro distinto. Un futuro donde el Guacalate pueda volver a fluir limpio, donde las ranas y garzas regresen a sus orillas, donde las generaciones venideras hereden un río vivo y no un recuerdo tóxico.
Las autoridades locales, con apoyo del Ejército, removiendo montañas de basura del río Guacalate en junio de 2024
agn.gt. Estas acciones demostraron que con coordinación y recursos es posible comenzar a sanar el río.
Desde el Grupo Gestor de Antigua Guatemala invitamos a toda la ciudadanía a sumarse a este esfuerzo de rescate. No importa qué tan pequeña sea tu contribución: organizar a tus vecinos, participar en una limpieza, reportar a quienes tiran desperdicios, reducir la basura que generas… todo suma. Ha quedado claro que ni una sola municipalidad ni una sola institución pueden salvar al Guacalate por sí solos; pero unidos, como ciudadanía consciente y organizada, sí podemos lograrlo.
El río Guacalate nos necesita a todos. Su cauce olvidado nos está pidiendo ayuda a gritos silenciosos, entre botellas y maleza. Respondamos a ese llamado con empatía y coraje. Convirtamos nuestra preocupación en propuestas, nuestra molestia en trabajo colectivo, nuestra crítica en soluciones. Que en unos años podamos mirar al Guacalate y sentir orgullo de haber sido parte de su recuperación.
El Guacalate puede recordar su cauce y volver a ser sinónimo de vida y esperanza. Depende de nosotros. Si actuamos hoy con decisión, organización y amor por nuestra tierra, lograremos que este río deje de ser símbolo de olvido y se convierta en ejemplo de renacimiento. La urgencia es grande, pero mayor es la determinación de un pueblo que se niega a rendirse. ¡Manos a la obra, Antigua Guatemala: el río Guacalate nos llama!
¡Hagamos que el agua vuelva a correr limpia y libre, como reflejo de una ciudadanía despierta y unida en acción!
Ala!!! Que gran reflexión, Guido. Además, haces un llamado a todos los actores para actuar en torno del rescate del Río Guacalate. Es un cuestioniamiento amable a mucha gente indolente ante la catástrofe que hoy refleja ese río. Desde los vecinos en las riberas del Guacalate, pasando por los Consejos Comunitarios de Desarrollo y los gobiernos municipales, hasta las más encumbradas autoridades de gobierno y de las cúpulas del poder económico.
En mi caso, he publicado pequeños textos en las redes sociales, en chats de WA y correos electrónicos. El problema del Guacalate es multicausal y debe ser atendido vía multiactor, con una dimennsión territorial, ampliada y compleja. No se circunscribe a un solo municipio y departamento. Entonces, siempre se encuentra uno con la socorrida frase: eso es culpa del vecino.
1. La deuda de las municipalidades histórica de las municipalidades.
2. Parte de la solución, desde la institucionalidad pública:
2.1 Articular proyectos y programas de pública pública sector ambiental de gobierno con la agenda a inversiones de los alcaldes.
2.2 Por ejemplo, en el año 2025, el gobierno central amplía el presupuesto para los CODEDES (cuya ejecución, finalmente, está a cargo de los alcaldes), pero se cometió el error de no dejarlo condicionado a inversiones en plantas de tratamientos de agua negras y plantas de desechos solidos. Ciertamente están incluidas, pero solo como posibilidad.
3. He señalado la importancia de la creación de una mancomunidad de municipalidades alrededor del Guatemala. Si Sumamos inversiones prioritarias de las municipalidades es posible, mennos costo construir plantas de desechos. Incluso, salimos ganando por el reciclaje y la transformación. Además se pueden atender otros problemas de corte regional, territorialmente atinenrte al Guacalate. Pero no. Hay un remedo de mancomunidad, cuando se integra con los 16 municipios de Sacatepéquez. Siendo prácticos e inteligentes, para esto funciona el CODEDE.
4. A estas alturas, desde lo punto no es alentador que las municipalidades no cuenten con sus respectivos reglamentos para la gestión integral de los desechos sólidos. Caso que llama a la reflexión es que la capital del departamento, Antigua, no cuente con ese instrumento legal. En Jocotenango, supuestamente, la comuna está en «trapos de cucaracha», porque indica que tiene listo el reglamento, PERO no lo ha podido publicar en el diario oficial, porque no tiene pisto pagar el espacio.
5. También le propuse a la UGAM llevar a un programa educativo sobre el tema a las escuelas públicas y colegios privados, hacer visitas guiadas a distintos lugares del territorio para que la niñez y juventud, conozcan y tomenn conciencia de la realidad degradante del medio ambiente, entre otras cuestiones.
6. Etc. etc.