Un Retrato Crudo del Invierno y la Carretera
Pareciera que cada invierno en Guatemala es un examen de resistencia que nuestra infraestructura, tristemente, reprueba con honores. Y no hablamos solo de la capital o de las rutas principales, sino del corazón productivo del país, como lo es la Región VI. El panorama que nos comparte el gestor y amigo Rodolfo Letona C. no es un caso aislado; es la crónica diaria de una crisis sistémica que se manifiesta en asfalto destruido, tráfico paralizado y, lo más doloroso, tragedias humanas. Él nos pinta un cuadro vívido: «Sigue el invierno… llueve copiosamente todas las tardes… aumenta la saturación del suelo… se incrementa la escorrentía…». Este relato directo, esta preocupación palpable, subraya que el colapso de tramos clave, como la carretera de Mazatenango a San Francisco Zapotitlán, o los deslaves en Cito Zarco, no son meros «percances»; son los síntomas de una falta crónica de planificación y de una gestión de riesgo que, francamente, parece inexistente.
Cuando una ruta vital para la cadena de suministro se interrumpe, el impacto se irradia. No afecta solo a los vecinos de San Francisco Zapotitlán o Zunilito; se complica la vida de quienes transitan por Cuyotenango, Mazatenango y todos los municipios cercanos, obligados a buscar rutas alternas. ¿El resultado? Un efecto dominó que congestiona otras vías y genera pérdidas económicas incalculables. Esto nos obliga a preguntarnos: si somos una de las economías más prometedoras de Latinoamérica —como a menudo declaran autoridades y líderes empresariales—, ¿cómo podemos justificar esta precariedad en nuestra columna vertebral logística? La infraestructura, en realidad, actúa como un termómetro de la seriedad con que un país afronta su desarrollo.
💰 La Paradoja de los Fondos Ociosos: Un Asunto de Gobernanza
Aquí es donde el análisis técnico se cruza con la frustración ciudadana. Rodolfo Letona toca un punto neurálgico que muchos compartimos: la inmovilización de fondos públicos en entidades como los Consejos Departamentales de Desarrollo (CODEDE). Se habla de «millonadas» con niveles de ejecución históricamente bajos. Es una paradoja hiriente: hay dinero para invertir, pero las manos están atadas por una maraña legal y burocrática que impide destinar esos recursos a donde más se necesitan.
El argumento es simple, pero potente: la ley establece que la responsabilidad de las carreteras principales recae en el Gobierno Central. Pero, ¿es lógico, o siquiera ético, que esta rigidez legal prime sobre una emergencia vial que estrangula la economía regional y pone en riesgo vidas? Como bien se señala, si el Congreso tiene la capacidad de enmendar o crear leyes para fines políticos, ¿por qué no se articula, por una sola vez, un acuerdo de urgencia nacional que permita a los CODEDE o a las municipalidades invertir ese capital ocioso en rutas intermunicipales de primera categoría?
Estos fondos son, en esencia, el fruto del esfuerzo de la ciudadanía traducido en impuestos. Retenerlos por motivos de atribución legal, mientras la infraestructura se desmorona, no es solo ineficiencia; es una traición a la agilidad que la situación exige. Visto desde la óptica de la gestión pública moderna, la incapacidad de reasignar recursos ante una crisis demuestra una falta de adaptabilidad que socava la confianza ciudadana y ralentiza el desarrollo (Banco Mundial, 2021).
🌧️ El Impacto Silencioso del Desarrollo Urbano No Planificado
El problema de las carreteras no solo reside en la falta de inversión central. Hay un factor local que a menudo pasa desapercibido, pero que tiene un impacto devastador: el desarrollo inmobiliario a gran escala sin una adecuada gestión hídrica. Los proyectos habitacionales, aunque necesarios, implican la deforestación y la sustitución de suelo permeable por vastas extensiones de cemento, asfalto y techos de lámina.
Este cambio altera drásticamente el ciclo hidrológico natural. El suelo ya no puede absorber o percolar el agua de lluvia; en su lugar, se genera una escorrentía superficial masiva (Chow, Maidment & Mays, 1988). Este caudal incrementado, en lugar de infiltrarse o ser canalizado correctamente, se expulsa sin control hacia la infraestructura vial. La carretera de Mazatenango/San Francisco Zapotitlán se convierte, literalmente, en un río cada vez que llueve, lo que acelera exponencialmente la destrucción del pavimento.
Aquí, la responsabilidad recae directamente en las municipalidades. Son ellas las encargadas de revisar los planos de los desarrollos urbanos y de garantizar sistemas de drenaje pluvial que cumplan con la norma y protejan la infraestructura existente. No se trata solo de la carretera; en el caso expuesto, esa corriente termina descargándose sobre áreas urbanas como la primera avenida de Mazatenango, provocando inundaciones, arrastrando vehículos y poniendo en peligro viviendas y comercios. Este punto subraya la necesidad de una visión territorial integrada, donde el desarrollo urbano y la protección de la infraestructura sean considerados como dos caras de la misma moneda.
⏳ La Enfermedad del Cortoplacismo Político: Pensar en el Partido, No en la República
La reflexión de que «a grandes problemas, grandes soluciones» nos remite a una verdad incómoda: nuestra visión como nación es profundamente cortoplacista. En Guatemala, se planifica para la inmediatez, para el fin del período presidencial de cuatro años, no para el futuro de la República. El resultado es una infraestructura que nace con una fecha de caducidad cercana y sin un presupuesto de mantenimiento garantizado.
La infraestructura (carreteras, puertos, aeropuertos) es reconocida a nivel global como una ventaja precompetitiva crucial; es decir, una condición básica que cualquier inversor examina antes de inyectar capital en un país (Porter, 1990). La falta de planificación a largo plazo y la ausencia de una cultura de mantenimiento constante erosionan esta ventaja. ¿Cuántas obras, iniciadas y concluidas, han recibido el mantenimiento adecuado para prolongar su vida útil? Los ejemplos en puertos y carreteras son desalentadores.
Esta mentalidad cortoplacista se alimenta, en parte, del sistema presidencialista que privilegia el proyecto político del partido de turno por encima de la continuidad de Estado. La falta de seguimiento de obras y proyectos se convierte en la norma.
«La inversión en infraestructura física, cuando se complementa con la infraestructura institucional y una planificación a largo plazo, actúa como un potente multiplicador económico. Sin embargo, la interrupción de proyectos y la falta de mantenimiento adecuado anulan este efecto y generan costos futuros significativamente mayores.» (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos [OCDE], 2018).
El problema de las carreteras es solo la punta del iceberg de esta inercia. Preguntas como: ¿Desde cuándo se habla de un anillo periférico para la Ciudad de Guatemala? ¿Desde cuándo se necesita una red de carreteras modernas que conecten los puertos? ¿Cuánto ha aliviado el proyecto VAS la entrada sur, y por qué no se replican soluciones similares? Todas apuntan a un mismo diagnóstico: Guatemala arrastra un déficit histórico de infraestructura que requiere visión de Estado, no solo de Gobierno. La ampliación de la carretera a Antigua, la construcción del actual Aeropuerto La Aurora, o el propio proyecto VAS, son ejemplos de iniciativas que han marcado un antes y un después, pero que siguen siendo hitos aislados, no parte de un plan maestro sostenido.
Es hora de que la sociedad civil y los gestores urbanos como el Grupo Gestor Antigua, eleven la voz para exigir que la infraestructura vial sea tratada como lo que es: la base para la competitividad, la seguridad y la calidad de vida de todos los guatemaltecos. De lo contrario, seguiremos viendo variaciones dramáticas sobre el mismo tema: el colapso.
Referencias
Banco Mundial. (2021). Informe sobre el desarrollo mundial 2021: Datos para una vida mejor. Washington, D.C.: Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento/Banco Mundial.
Chow, V. T., Maidment, D. R., & Mays, L. W. (1988). Applied Hydrology. McGraw-Hill.
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). (2018). Infraestructura para el crecimiento sostenible: Promoviendo la inversión y la gestión efectivas. París: Editorial OCDE.
Porter, M. E. (1990). The Competitive Advantage of Nations. The Free Press.